miércoles, 3 de octubre de 2007

Deja correr el tiempo

Deja correr el tiempo, que ya vendrá el olvido,
y así como se adornan las secas ramazones
de mágicos renuevos, tu corazón herido
florecerá mañana con nuevas ilusiones.

No desesperes nunca. La sombra es precursora
de la luz que hay en tí. Detrás de la amargura
que empeña el cristal nítido de un alma soñadora
irradia la sonrisa, que todo lo depura.

Practica la severa virtud de ser sincero,
fortalec tu espíritu para que seas blando,
y si el dolor te hiere con su puñal certero
se como las guitarras que sollozas cantando!

No aventures tu paso más allá que la vida
porque es abismo del cual nunca saldrás
en cada tumba un pájaro de vos adolorida
como el cuervo de Poe responde "nunca más..."

Pero, eso sí, no dejes de sonreír a todo
a través de la niebla de tu melancolía;
derrama tu perfume, que es la bondad, al modo
de una flor, aunque sepas que has de durar un día...

Julián Marchena

Agonía

La nave del crepúsculo en vaga luz se anega
cuando el sol, al caer, tonsura el horizonte.
Vuelan aves errátiles hacia un lejano monte,
lechoso fulgor de astros por el azul se riega

El ángel de la tarde sus dos alas despliega
al producir su llanto musical un sinsonte.
Por minutos la sombra se extiende en su remonte
y todo se hace noche cuando la noche llega.

Mal herida en su lucha, en su derrota su anhelo
replegada en sí misma por soslayar su duelo,
el alma a ratos siente que su dolor la inmola.

Y entonces pide olvido! Su empeño desbordante
es el afán inútil del mar, que a cada instante
quiere borrar la huella de la última ola.

Julián Marchena